Una vez vi un hombre feliz.
Corría en un callejón estrecho, entre edificios muy altos.
Para ver el sol había que inclinar la cabeza hacia atrás y trepar con la mirada hasta lo alto de las paredes.
El corría gozoso, con la camisa abierta.
Reía y gritaba unos ahooo mientras saltaba haciendo muecas en el aire.
No me vio.
Quede prendida a esa imagen, continua corriendo en mi mente, jamás se detendrá.
Jamás permitiré que deje de correr… en mí.
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